EL CASTAÑAR DE MONTÁNCHEZ

       

 

                                          EL CASTAÑAR DE MONTÁNCHEZ

                                      

 

 

                                                                                RUTA DEL CASTAÑAR DE MONTÁNCHEZ

                                                                                Noviembre 2021

                                                                                Chema y yo.

Hacía unos años que no salíamos a hacer fotografías de nuestros bosques de hoja caduca en otoño. En años pasados visitamos los bosques de la sierra de Hervás, de las Villuercas, de La Vera por la Carretera de Jarandilla a Guijo de Santa Bárbara. El pasado otoño estuve en el castañar que atraviesa la carretera de Villamiel a San Martín de Trevejo, en la Sierra de Gata. En todos estos lugares disfrutamos de paisajes espectaculares, el rico colorido del bosque en otoño nos permite hacer llamativas fotografías, motivo que nos lleva a los lugares más insospechados de nuestra geografía regional.

Somos del llano y las zonas montañosas nos hipnotizan, lo mismo les ocurre a los que son de localidades de la sierra, como dice Chema, que les encanta ver un paisaje llano, sin interrupciones para la vista. Si a ello le añadimos la vegetación tan distinta entre el llano y la montaña, de encinas, retamas y cantuesos, pasamos a quejigos, robles y castaños, este contraste supone un aliciente más, redoblando el interés por recorrer estos parajes.

Sin embargo, los lugares que hemos ido visitando hasta ahora están lejos, bastante alejados de Cáceres, nuestra ciudad, mientras que a sólo unos kilómetros tenemos un hermoso bosque de castaños que no conocíamos hasta ahora. Suele ocurrir, conocemos lo más lejano y, a veces, lo más próximo lo desconocemos. Chema fue quien propuso realizar la ruta del castañar de Montánchez. Su propuesta no se hizo esperar. El último sábado del mes de noviembre, en lugar de tomar nuestro habitual café sabatino, nos armamos de nuestras cámaras y nos echamos al monte.

Podemos elegir entre varias rutas a pie por la sierra de Montánchez: ruta de los molinos, ruta de las vaquerizas, ruta de donde nace, entre otras. Nos decidimos por la sencilla ruta de los castaños que arranca de la antigua colonia infantil. La subida es fácil y poco pronunciada, por un camino empedrado, bien conservado. Provistos de ropa de abrigo, resultó un día espléndido, sobrando parte de nuestro equipamiento.

Nada más iniciar la subida al monte, se nos presentó la primera imagen a capturar: una vista general de la localidad de Montánchez, coronada por su emblemático castillo. Era la portada de lo que después, más arriba, pudimos fotografiar. Contemplando la vista del pueblo, su altitud, elevado sobre cualquier otro punto cercano, envuelto en una atmósfera imperturbable, con vientos suaves y frescos, fácilmente se puede entender que los jamones aquí curados no parangón, aunque no me olvido de los de Piornal, Aliseda, Fregenal de la Sierra, Monesterio o Jerez de los Caballeros, entre otros.

En el primer tramo de la ascensión, nos encontramos con olivos, viñas, encinas y algún que otro alcornoque, distribuidos en pequeñas parcelas esmeradamente cuidadas, de sólidas paredes de piedra bien ejecutadas, un suelo laboriosamente trabajado, la entrada a cada parcela conserva su tejadillo formado por una enorme piedra como dintel, generalmente apoyados sobre unos sillares graníticos que, por sus dimensiones y peso, debieron ser colocados por gigantes de otros tiempos. Incluso la pericia para conducir el agua de los abundantes arroyos de la zona, hacen de cada parcela un espacio atractivo para el transeúnte que se aventura por estos caminos, caminos empedrados en pleno monte. Muy cuidadosos con lo suyo los vecinos de Montánchez.

Apareció una viña a nuestra derecha, Chema, que siente una especial atracción por las viñas, sus razones tendrá, hizo un alto para observarla antes de apretar el disparador: vides dispuestas en líneas rectas, ya podadas, de troncos oscuros, añosos y sin embargo se mostraban rejuvenecidos por el delicado cuidado y la atención de su dueño. Las fotografías no se hicieron esperar, desde un ángulo, desde otro, desde la pared, a través de la cancela. Yo, para no quedarme atrás, también tomé algunas imágenes de tan encantador espacio.

Pasado este trecho, aparecieron pequeños robles a ambos lados del camino, no sé si nos escoltaban o si nos vigilaban. En cualquier caso, nuestra vista y nuestras cámaras comenzaron a disfrutar del color: todas las tonalidades del amarillo, impensables ocres, marrones indescriptibles, luminosos destellos verdes. Pero la fiesta del cromatismo no había hecho más que comenzar.

Mientras tanto, además de guardar en mi cámara para la posteridad semejante espectáculo, iba recogiendo hojas del suelo para construir un mural para mis dos pequeñas nietas que deben de estar tratando el otoño en la escuela.

Pasados los robles se presentaron los castaños, de altos troncos, erectos, formando agrupaciones contiguas, contemplamos el bosque que teníamos delante hasta adentrarnos en él. Los objetivos de nuestras cámaras no daban abasto para captar todos los tonos, con las variadas pigmentaciones que nos ofrecían las hojas, todavía en sus ramas como notas de un pentagrama. El concierto se reanudaba: amarillo oro, amarillo mostaza, amarillo fuego, rojo coral, rojo salmón, rojo cereza, marrón siena, marrón chocolate, marrón café, verde lima, verde menta… El suelo desaparecía bajo una alfombra multicolor de hojas.

Un viejo molino de piedra interrumpió el recital con sus paredes ocultas tras una barrera vegetal que aprovechaba la humedad del arroyo que movía el antiguo molino. Nuestro objetivo y el objetivo de nuestras cámaras era tomar estampas del otoño en el fascinante castañar de Montánchez, pero también aprovechamos la jornada para charlar del cuidado del campo, de viñas y vides, de la diferencia entre los castaños del norte de la provincia y de las sierras del centro, del privilegio de poder contar con este espacio natural tan cercano a Cáceres, charlamos y charlamos. Mejor no pudimos emplear la mañana del sábado. Y llegados a este punto, iniciamos el descenso, Chema propuso ir al pueblo a tomar café y comprar un poco de jamón y es que si vas a Montánchez y no pruebas sus jamones y su vino es como si no hubieras estado allí.


Francisco Javier Hurtado Sáez

 Cáceres 15 de enero de 2022

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