SALVATIERRA DE SANTIAGO

                                   SALVATIERRA DE SANTIAGO

                                                                                               


                                                                                VISITA A SALVATIERRA DE SANTIAGO
                                                                                Noviembre de 2021
                                                                                Mari, Paco, Esperanza, Marina y yo.

 

Descubrir la esencia de lo más próximo a nosotros nos puede llevar tiempo en algunas ocasiones. No importa el transcurrir del tiempo si consigues apreciar el valor de algo que es tan cercano a ti que forma parte de tu cotidianidad y, tal vez por eso, no le otorgamos la valía que realmente tiene eso que hemos incorporado a nuestros quehaceres, hábitos y vivencias diarias.

Hace unos días acordamos visitar un pueblecito de la comarca de Montánchez, cercano a Cáceres, se llama Salvatierra de Santiago. La idea la lanzó Mari, propuso ir a comer a un restaurante de esa localidad donde ponían un exquisito plato de oreja de cerdo a la plancha. Aunque no entran entre mis preferencias culinarias los apéndices de ningún animal, me pareció una buena idea para pasar un día juntos el grupo familiar. Además, podríamos visitar una ermita construida por una antepasada de las tres primas: Mari, Esperanza y Marina. A pesar de que ni haya nacido ni vivido en Salvatierra, tengo estrechas vinculaciones con esa localidad: amigos, pago impuestos a su Ayuntamiento y la antepasada de mi mujer que era oriunda de tan coqueta villa. Estaba decido.

Conocía Salvatierra por una de sus fiestas más renombradas: la Pica, que se celebra cada lunes de Pascua. No recuerdo haber ido a las fiestas de Santiago, aunque pudiera ser. Poco conocía el pueblo, sus calles, sus casas, ni siquiera su iglesia; sí conozco a algunas personas del lugar como ya he señalado, son gente hospitalarias, acogedoras, generosas, afables. Desconocía sus plazas, hospitales, ermitas, pozos y cruceros. Me sorprendieron, sobre todo los dos hospitales que hubo en el pueblo y que todavía se conservan los edificios que los albergaban. Me sorprendieron las tres ermitas existentes en el pueblo. Me sorprendió una magnifica cruz que llaman de los Mártires o Calvario.

Se puede sospechar, por el nombre que adoptó la localidad, que hubo una relación muy estrecha con la Orden de Santiago, heredera de la Orden de los Fratres de Cáceres, y que, a pesar de que lo que podríamos llamar la “sede de la Orden” estuviera en Montánchez, sin embargo Salvatierra ocupó un lugar privilegiado dentro de aquella organización religiosa-militar, probablemente por su situación geográfica a medio camino entre Montánchez y Trujillo, su cercanía a Cáceres y el paso por su municipio de un cordel de la Cañada Real Leonesa Occidental.

En cualquier caso, la visita a Salvatierra sorprenderá al viajero por sus construcciones sencillas desde el punto de vista arquitectónico, pero cargadas de historia. Tal vez lo que más sorprenda al visitante sea el respeto hacia la arquitectura popular de los pueblos del llano de esta comarca, respeto que se hace patente en las numerosas fachadas que han conservado el arco saliente de la puerta de entrada a la vivienda. En los distintos pueblos de la zona todavía se conservan estos arcos, pero me ha parecido ver en esta localidad un mayor número de viviendas con esta característica que en otros lugares de la misma comarca.

Otro motivo más para asombro de quienes se acercan a tan cuidado pueblo son sus pozos y fuentes que, al igual que sus calles y plazas causan admiración a cualquiera que pasee por sus empedrados.

A la hora de comer nos dirigimos a la plaza, al Bar Fe, un moderno restaurante con una amplia carta y una buena bodega donde elegir vinos de la tierra y de otras regiones. Nos recibió un camarero que nos atendió esmeradamente, con una gran profesionalidad. Pedimos el plato recomendado por el propio restaurante: Oreja a la plancha, después pasamos al secreto ibérico, al bacalao a la brasa y a unas croquetas. Buena cocina, buena atención, buen ambiente. Limpieza y respeto a las normas Covid-19. Tendremos que ir en más ocasiones.

Durante la comida, Mari nos informó de los interesantes restos arqueológicos que se encuentran dispersos por las calles de la localidad y en sus alrededores, los demás la escuchamos absortos y tras la comida, para evitar el sopor propio de la sobremesa, fuimos a visitar detenidamente los edificios emblemáticos de la localidad. Comenzamos por el Hospital de Peregrinos, un sencillo edificio que sirvió para acoger a los que se dirigían a Santiago de Compostela en peregrinación. Nos dijeron que por este hospital pasó el emperador Carlos I en un viaje a Sevilla a su boda con su prima Isabel de Portugal (gracias Marcelino por tu corrección), pero eso es ya otra historia. Hay en la localidad otro hospital llamado de pobres o mercedario, poco puedo decir de él, salvo que hoy es una casa más del pueblo, aunque he visto algunas fotografías de su interior en las que se pueden apreciar una serie de arcos de cantería y un vasar o cantadera también de granito.

Como en cada pueblo, la iglesia, dedicada a Santiago, se yergue esbelta y sencilla sobre los tejados del resto de las casas, con la particularidad de que no está ubicada en una parte céntrica de la localidad. Acompañándola en su espiritualidad, pudimos contar hasta tres ermitas: la ermita de San Salvador, en las afueras, muy deteriorada. La ermita de la Estrella, la patrona de Salvatierra de Santiago. Y la ermita de Santa Catalina, una curiosa y rica construcción de principios del siglo XX.

Tuvimos suerte, ya que nos cruzamos con una conocida de Esperanza que tenía la llave para acceder al interior de la ermita de Santa Catalina. Nos encaminamos hacia ella.

La ermita está situada junto al cordel de la Cañada Real. Delante se encuentra un crucero formado por una espectacular cruz de granito levantada sobre una escalinata, llamada Cruz de los Mártires, a ambos lados se le han añadido otras dos cruces bastante más pequeñas, una a cada lado, conociéndose el lugar como Calvario. Junto a la ermita se encuentra la casa del capellán una vivienda sencilla con la particularidad de que en su parte superior se encuentra la espadaña con la campana de la ermita.

El conjunto formado por la Cruz de los Mártires, la ermita de Santa Catalina y la casa del capellán configura un espacio que destila espiritualidad o, al menos, sensaciones especiales. Hay que estar en el lugar para percibir estas emociones.

Llama la atención del exterior de la ermita o capilla-panteón los pináculos con los que se ha rematado su tejado y la rejería de hierro forjado de su atrio. Ya en su interior, nos fijamos en los suelos de mármol, así como el retablo situado detrás del altar, también de mármol, donde los huecos correspondientes a las esculturas estaban vacíos, dichas esculturas se encuentran en la iglesia de Santiago, representando a Santa Catalina, Santo Domingo y a San Francisco. Por las vidrieras policromadas y el rosetón entraba la luz del atardecer mientras examinábamos cada detalle del interior. Paco se encargó de hacer las inevitables fotografías.

Terminamos la visita en la casa del capellán junto a la ermita, la propietaria amablemente nos permitió tocar la campana de la espadaña, siendo Marina la primera en dar las campanadas.


Hoy conocemos más la población de Salvatierra de Santiago, tenemos criterio y motivos suficientes para aconsejar, al menos, una visita a esta localidad, os encantará porque es un pueblo con encanto.


Francisco Javier Hurtado Sáez

Cáceres 15 de diciembre de 2021



 

 

                                                       




Comentarios

Entradas populares de este blog

¡EMOCIÓNATE!

LAVADERO DE LANAS "SAN MIGUEL"