LA ESTACIÓN DE MARVÃO-BEIRÃ

 

                          
 
 
 UN RECORRIDO POR CASTELO DE VIDE, PORTAGEM Y LA ESTACIÓN DE 

                                                          MARVAÕ-BEIRÃ


                                                                            Mari, Paco, Esperanza, Marina y Yo.

                                                                            Domingo 5 de febrero de 2023



Admiro a nuestros vecinos del Alentejo por el enorme respeto que manifiestan hacia su patrimonio. En general, en todo Portugal se palpa este miramiento de sus ciudadanos por cuidar con esmero sus monumentos, parques, paseos y jardines. Lo público es considerado como propio de cada uno.

Admiro la educación y el buen trato que manifiestan los habitantes del otro lado de los ríos Tajo y Sever cuando nos dirigimos a ellos, son capaces de entendernos sin dificultad y hablar nuestra lengua, mientras nosotros apenas nos esforzamos por entender su idioma, y menos aún, intentamos utilizar su vocabulario y expresiones. Admiro tantos lugares con encanto que puedes disfrutar en estas tierras alentejanas, desconocidas o poco conocidas por los que vivimos a este lado del Tajo y del Sever. Viajamos con frecuencia al país vecino: Lisboa, Oporto, el Algarve… Sin embargo, cerca, muy cerca de nosotros, nuestros vecinos, poseen multitud de rincones mágicos que no les importa compartir con nosotros.

En esta ocasión, abandonamos nuestra siempre venerada tierra para hacer una visita a los cercanos moradores de Castelo de Vide, Marvão y Portagem.

La excursión se dividió en dos líneas por razones horarias: la primera de ellas, más madrugadora, la formaron Mari, Paco y Esperanza que se dirigieron a San Vicente de Alcántara para encontrarse con un amigo sanvicenteño a fin de visitar, entre otros lugares, un altar perteneciente a la cultura megalítica, ubicado en el término de esta localidad. En toda esta zona geográfica abundan las manifestaciones megalíticas sin distinción de nacionalidades.

La segunda línea la formamos Marina y yo, salimos un poco más tarde, dirigiéndonos directamente a Castelo de Vide, donde quedamos con el resto del grupo para visitar esta preciosa localidad.

Aparcamos en una espaciosa plaza dedicada al rey Pedro V donde habíamos quedado en reunirnos, desde allí iniciamos la ruta hacia el barrio judío. Pasamos por amplias y limpias calles en el centro urbano, con calzadas adoquinadas y aceras con pavimento construido con piedrecillas blancas y negras trazando los conocidos dibujos geométricos y otras figuras en el suelo. En contraste, las calles por las que se sube al castillo, a la judería y al barrio gótico, son estrechas, continúan empedradas, zigzagueando, respetando y contribuyendo a mantener la armonía entre el solado y las viviendas del vecindario. Recorriendo las calles de la judería nos vienen a la memoria las de Hervás: angostas, en cuesta, de fachadas encaladas y adornadas con macetas de plantas multicolores.

En el recorrido encontramos una original fuente de mármol blanco, es la Fuente de la Villa, sencilla, pero con ese aire señorial que envuelve cualquier construcción de ese noble material, destacando su emplazamiento en un barrio tan pintoresco. Desde allí, subimos una empinada calle hasta la sinagoga, pequeñita y coqueta. Más arriba, el castillo, vigía permanente del Parque Natural de la Sierra de São Mamede. Porque Castelo de Vide está situado en un enclave donde la naturaleza se ha prodigado en ofrecernos toda su exhuberancia: disfrutamos del pueblo, disfrutamos de su entorno, unidos ambos en fraternal abrazo, con respeto mutuo.

Tras la visita, nos desplazamos para comer hasta Portagem, una pequeña localidad muy conocida por ser la primera que encontramos cuando pasamos la antigua aduana. El singular restaurante donde almorzamos se llama “Mil homes”, el chico que nos atendió nos contó el origen de tan extraño nombre. Nos dijo que fue su “bisavô” (tatarabuelo) quien puso en marcha la casa de comidas, denominándola así porque decía que él solo podía luchar contra mil hombres. De una de las paredes colgaba un cuadro con una fotografía en tonos sepia del fundador de la fonda con su esposa, ambos con aspecto entrañable, risueño y simpático. El comedor no era muy grande, el techo estaba atravesado por unas vigas de madera, de las paredes colgaban platos antiguos de cerámica portuguesa y otros viejos objetos que seguramente habrían sido herramientas e instrumentos de trabajo en otra época anterior. Un ambiente familiar y acogedor se respiraba en la sala. La comida abundante, como suelen ser los platos portugueses, y exquisita, a base de “sarapatel”, “lombinhos” y gallina, deliciosos guisos que acompañamos con buen vino del Alentejo.

Después de tomar el mejor café que hayas podido degustar nunca antes, fuimos a dar un paseo a lo largo de la orilla del río Sever, recién nacido en la cercana sierra de São Mamede y compartido por extremeños y alentejanos de estos alrededores. El río-frontera ha pasado a formar parte de la historia, la aduana es un recuerdo lejano de guardinhas y guardias civiles, de toallas, sábanas, café y tabaco que compraban nuestros padres a mejor precio al otro lado de la “raya”. Hoy disfrutamos en común las transparentes aguas del Sever los vecinos de allá y de acá.

Tras el paseo, Mari y Paco propusieron hacer una visita a la vieja estación de ferrocarril de Marvão-Beirã, por la carretera N-359 desde Marvão, en la localidad de Beirã. Fue una idea acertada, el trayecto es corto. Al llegar nos encontramos con unos edificios abandonados pero que todavía conservan todo su esplendor de los años 60, 70 y 80 del pasado siglo, cuando Madrid y Lisboa estaban unidas por el tren, con parada obligatoria en la “alfândega” de esta hermosa estación. La fachada principal, de aspecto solemne, mantiene los rasgos propios de las construcciones portuguesas a las que se les incorporaba elementos de influencia británica, al menos así me lo parece.

Los accesos al pabellón principal estaban clausurados, tanto las entradas desde la calle como las que se abrían al andén. Sin embargo, a través de algunos cristales se podía apreciar su interior: una amplia sala de espera con el suelo ajedrezado de baldosas negras y blancas, el techo recubierto de un artesonado de madera labrada, varias puertas que, probablemente, conducían a las distintas dependencias y servicios del edificio; todavía se podían ver algunos muebles desvencijados en este espacio donde los viajeros permanecían esperando la salida de su tren o a donde llegaban después de su travesía.

En la parte trasera está situado el andén, autentica joya abandonada, sus paredes estaban engalanadas con vistosos paneles de azulejos en los que se representan motivos relacionados con lugares emblemáticos del centro de Portugal: Templo de Diana de Évora, Torre de Belém en Lisboa, Catedral de Guarda, Convento de Cristo de Tomar, Convento de Santa Clara en Portalegre… Todos ellos bajo un tejado corrido que se apoya en una larga columnata, cubierta que servía de protección a los viajeros que subían o bajaban del tren. Unas vías del ferrocarril, oxidadas, huérfanas de locomotoras y vagones, se alejan desde el andén, perdiéndose en el horizonte. Solo unos niños se atreven a jugar entre las plataformas y los viejos raíles.

Un lugar con encanto, lleno de magia, entre la nostalgia y el romanticismo, un lugar donde el corazón late más despacio, pausadamente, en un intento de retener cada instante que se haya vivido allí, imaginando el ir y venir de viajeros desconocidos, de largas esperas con la maleta a mano, aguardando la llegada del ser más querido, soñando despedidas siempre dolorosas, con besos, lágrimas y manos tendidas.

Poner los pies sobre el andén, viendo como las vías desaparecen en la lejanía, bajo el largo soportal de impasibles columnas, se convierte en el inicio de un largo viaje que nos lleva a los lugares más recónditos, deseados y lejanos de nuestros sueños.

Sirvió de escenario para que Marcelo Mastroianni, envuelto en la música de Ennio Morricone, interpretara uno de sus siempre brillantes papeles en la película “Sostiene Pereira” basada en la novela de Antonio Tabucci. También se dice que esta discreta estación sirvió de lugar de encuentro entre Franco y Salazar durante la Segunda Guerra Mundial, quién sabe.

Abandonamos la estación Marina, Esperanza y yo en nuestro coche. Pronto perdimos de vista el de Mari y Paco, y más pronto aún, nos perdimos por las estrechas carreteras locales que nos llevarían de vuelta a casa. A pesar del despiste que nos llevó a recorrer caminos que ni siquiera Google Maps reconocía, tuvimos la suerte de pasar junto al Menhir da Meada, probablemente, uno de los más altos de la Península Ibérica. Como siempre, perderse es descubrir lo inesperado. Logramos salir del laberinto de caminos y regresar a casa satisfechos de tan fructífera jornada.

 

Francisco  Javier Hurtado Sáez

20 de marzo de 2023



Comentarios

  1. Hola Francis. Mi primer destino como maestro fue Herrera de Alcántara, curso 1976-77, muy lejano ya en el tiempo pero presente siempre en la memoria. Pues por el mes de abril, creo recordar, nos fuimos la mitad del claustro un fin de semana a explorar los lugares que aparecen en tu magnífica entrada. Por ello conozco Marvao, Castelo de Vide y Portagem, lugares a los que prometí volver un día, pero que hasta la fecha no ha sido así. Lo intenté hace poco, pero ante la escasez de hoteles en Valencia de Alcántara (al menos así lo vi yo) desistí.
    Portugal, en eso coincido contigo, es ese país que tenemos al alcance de la mano pero que -en general- seguimos sin prestarle la atención que se merece (esa es mi impresión). Estuvimos Pilar y yo un verano entre Setúbal y Lisboa y fue algo inolvidable. También conozco un poco la zona fronteriza con Salamanca y poco más. Tengo pendiente la bella ciudad de Oporto así como El Algarve, del que he oído maravillas.
    Mi felicitación de nuevo por tu blog. Tengo amigos virtuales que tienen un blog parecido al tuyo de viajes y descripciones de lugares y siempre resulta enriquecedor y vistoso a cercarse a ellos y empapàrse de paisajes, platos típicos y monumentos...de cultura en resumen.
    A leer ese final compruebo con una sonrisa que sigues perdiéndote por esos caminos de dios :)
    Pues ya somos dos,no hay viaje donde no me vaya por un camino distinto al previsto.
    Da recuerdos a Marina y a ver si nos vemos y seguimos hablando del tema con una cerveza por delante. Mientras, te dejo un abrazo.

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  2. Tus palabras nos trasladan deliciosamente a los lugares descritos. He disfrutado mucho la lectura de este maravilloso texto, me ha hecho sentir como si hubiese presenciado el viaje. Me ha encantado, felicidades papá.

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